lunes, 25 de octubre de 2010

El fin de una época

¿Murió mi generación? Dice David Trueba que uno se hace mayor el día en que su ídolo futbolístico de la infancia cuelga las botas y otro nuevo, de menor edad que el mismo individuo, pasa a sustituirlo. Seguramente ése sea un buen dato a tener en cuenta, pero también otros.

Hoy Sony ha anunciado que deja de fabricar el Walkman. La noticia me ha “sobrecogido” a las 19.00 horas, recién llegado de la facultad. Y automáticamente cientos de proclamas han invadido mis ojos. Mensajes funerarios: “Sony entierra el Walkman”, “Cronología de la muerte del Walkman”, “Muerte al Walkman ¡Viva el Ipod!” o “Un minuto de silencio, muere el Walkman”. Pero el titular que de verdad me ha hecho pensar en el fin de una época ha sido “Acaba la era del Walkman”. Sin olvidar el típico “Stop, muere el Walkman”.

Inmediatamente me he acordado de las cintas, de la cara A y B, de rebobinar, de Héroes del Silencio sonando por los cascos cuando apenas contaba con 12 años, la palabra “cassetes” y finalmente, de la torre de cajetillas de Manolo Escobar esperando a la entrada de la gasolinera.

Después de enterarme de la noticia, he cogido de nuevo un boli y lo he vuelto a introducir entre las ruedecillas y el plástico de las viejas cintas ¡Qué sensación! He cogido un adhesivo y lo he pegado en la Cara A: “No se ha retirado el ídolo futbolístico de mi infancia, pero si se ha empezado el principio del fin de una época”, o al menos, eso indican algunos datos. Amén.

viernes, 22 de octubre de 2010

Life is life


Tres generaciones. Un joven, 20 años, un adulto, 38, y un mayor, 67. Una carrera. El adulto pregunta al joven, ¿Me puedo unir?, es que me gusta ir a vuestro ritmo. El veinteañero responde, claro. 


Llega el reposo. El joven llega a su edificio. El viejo le pregunta, ¿Qué haces?, el chaval responde. Estiro.
El mayor recuerda. "Antes yo también iba a correr, jugué al fútbol durante mucho tiempo. Entonces tenía flexibilidad. ¡Mírame ahora!, un accidente me dejo sin una pierna y sin espíritu. Desde aquel momento apenas si puedo caminar. He perdido reflejos. Me cuesta respirar. Aprovecha, tu edad sólo se conserva durante algunos años. A partir de ahí todo es decadencia. Te casas, engordas. La piel se cae. Después tu mujer se va. Te empiezas a acostar con la soledad, el mundo te da la espalda y el sol deja de calentar tu piel como lo hacía antes".

Se apoya en su garrota y mira a las escaleras. Pone el pie derecho sobre el escalón, pero no consigue subir el izquierdo. Se da la vuelta. Pide ayuda. El joven se acerca, le sujeta la mano. Fría, pálida, delgada; tan solo arropada por el tímido lino del jersey.


Poco a poco suben los dos. Apoyados mutuamente en la barandilla y el bastón a partes iguales. Compartiendo el flujo sanguíneo. Sintiendo la carcoma de la garrota al tocar el suelo. El caucho del viejo pasamanos. El susurro de la noche cayendo sobre sus conciencias. El rumor de la soledad acuciando sus almas.

Ambos se dirigen una delicada sonrisa. Un escueto signo de felicidad. Un nuevo guiño de complicidad. Se acercan al final de su camino. Llegan al primer piso. Languidecen. Descansan sus extremidades. El mayor lanza una mirada al limbo. La centra, la dirige hacía el joven. ¿Cuántos años tienes?, le pregunta. 20, ¿y usted?. Averígualo. ¿Cuántos crees?, 70. Bien, lo has averiguado. ¿En serio?, no.

El mayor se da la vuelta. He llegado a mi casa. Muchas gracias de nuevo. Pero antes de nada, ¿Cómo te llamas?. Averígualo, lo reta el chaval. Juan. Bien, has acertado, responde el joven. No, ese es mi nombre, recalca el anciano.

En ese instante se da la vuelta. Se echa mano al bolsillo. Saca un pañuelo. Se limpia. Lo guarda. Coge una medalla. Pequeñita, imperceptible. Agarra la mano del muchacho. Toma, un recuerdo.

El chaval lo mira mientras el abuelito gira el pomo de la puerta. Antes, dos niños aparecen por el pasillo. Pasan deprisa por nuestro lado. Sin cuidado. Con energía y con entusiasmo bajan las escaleras. Su madre grita al otro lado de la planta ¡Niños Esperad!. El mayor se da la vuelta. Mira por última vez a Juan. Se le cae una lágrima. Cierra la puerta.

Ahora es el momento de cumplir las promesas que nos hicimos. Porque ayer no lo hicimos, porque mañana es tarde. Ahora.

miércoles, 20 de octubre de 2010

El gran olvidado de la era Zapatero


Corren días de remodelación en el Gobierno de España. Zapatero ha decidido abrirles la puerta a Corbacho y Cia y rodearse, esta vez sí, de los que al menos, saben hablar. A excepción de uno que la dirección del PSOE se guarda para un futuro más esperanzador.

Hablo del Secretario General del Grupo Socialista, Eduardo Madina. De origen vasco, y conocido por sufrir un atentado en 2002 a manos de ETA. Una bomba lapa en los bajos de su coche le dejó sin una pierna y probablemente sin su madre, que murió de un infarto diez meses después. Ahora el presidente se ha olvidado de él, yo creo que conscientemente.

Los medios, en cambio, ni siquiera lo han mencionado como posible sustituto de ZP para las próximas elecciones. En el partido lo saben y lo protegen a la espera de darle la replica a Rajoy, no dentro de año y medio, pero si a la larga. La estrategia está clara, no desgastarlo.

Lo menciono porque cumple todos los requisitos para ser parte del Gobierno, y sin embargo, está fuera. Lo menciono porque tiene imagen, tiene formación, tiene un historial a su espalda como militante y sobre todo, habla como los políticos de verdad, aquellos que eran capaces de convencer. Y lo hago porque creo que va a ser uno de los pesos pesados después de la debacle electoral que le espera al PSOE en las próximas elecciones.

Evidentemente, también lo nombró porque no creo que el Ejecutivo vuelva a remontar el vuelo y porque creo que ellos tampoco lo creen. Zapatero se ha protegido con la vieja escuela (Jauregui, Rubalcaba, Trinidad...), ha decidido suicidarse con su apuesta personal (Leire Pajín), a la que envía a Sanidad, ¡qué Dios nos pille confesados!, ha puesto a Valeriano Gómez y Rosa Aguilar, ¡a ver si suena la flauta y de paso consigue algún voto más de la izquierda! Y ha suprimido las carteras de Igualdad y de Vivienda.

La pregunta es ¿ha hecho bien el presidente? En mi opinión, sí. Pero tarde. Los nuevos son mejores. Sin embargo, no tienen tiempo. Simplemente llegan para evitar que el Ejecutivo se desangre antes de las elecciones, y que si pueden hacer algo ¡pues bienvenido sea!, al menos por nuestro bien.

martes, 19 de octubre de 2010

Vuelvo

Vuelvo. Después de diez meses sin escribir en este espacio, vuelvo. Como siempre comienzo el blog al principio del curso con la esperanza de no dejarlo morir, ¡veremos a ver cuanto dura!. Y para empezar os voy a dejar una letra maravillosa de Ismael Serrano. La canción, Volveremos, pertenece al último disco, Acuérdate de Vivir:

Puede parecer que sólo queda contar los fracasos.
Por eso aplazamos siempre el último trago.
Mientras tanto, bebo, fumo, vivo y amo.
Quizá como todos. Más bien demasiado.

Mientras tanto, ser felices es una obligación
que incumplo de cuando en cuando.
Y aunque esta ciudad, parece Fort Apache,
a punto de claudicar, de derrumbarse,
volveremos a saltar los cielos.
Y arderán las calles como antes de nuevo.
Brillará en tu piel una primavera
roja de luz color caramelo.

El tiempo incumple sus promesas, miente,
en los ojos de las más bellas mujeres.
Mientras, he visto alejarse la dulce llama
del futuro intacto, la vida aplazada.

Crecí, llegué tarde, perdí algunos trenes.
El futuro es hoy, el mañana urgente,
vi caer los muros, sangrar Palestina,
vi morir la historia, la vi renacer herida.

Vi retroceder el tiempo,
muertos en las playas, llamas en Bagdad.
Y aunque ya no somos niños,
la edad no obliga nunca a capitular.

Volveremos a tapar las calles
hasta que amanezca
con futuro y versos,
Volveremos a ser libres, puros
y tu me pondrás flores en el pelo.

Volveremos a saltar los cielos.
Y arderán las calles como antes de nuevo.
Brillará en tu piel una primavera
roja de luz color caramelo.

A colación del tema, comentar una cosa curiosa. El disco de Ismael se llama Acuérdate de Vivir y el nuevo libro de Elvira Lindo, Lo que me queda por vivir. Los títulos no se puede negar que se parecen, es más, cada uno en su registro manda mensajes optimistas y los dos, hablan del amor. Aquí os dejo dos frases preciosas y que tienen algunas similitudes:

Ismael:
La distancia y el amor tienen esa costumbre
de mezclar el amor con las ganas de sufrir.

Elvira Lindo:
Sólo el amor puede herir.
Sólo el amor puede aliviar la herida.