viernes, 24 de junio de 2011

Adiós a Domingo Díaz de Mera, adiós al BM Ciudad Real


“Vini, vidi, vici”...Es decir, “llegué, vi y vencí”, y ahora que ya no me dais lo que pido (pobrecito), me voy y os dejo sin equipo. ¡Hale!, pues eso ha debido pensar Domingo Díaz de Mera, insigne presidente del hasta ahora Balonmano Ciudad Real. Un empresario tipo en España. Amigo de Barreda y beneficiario de las subvenciones de la Junta. Chupoptero de pro mientras le llegaron las ayudas, imputado por la fiscalía anticorrupción y principal cabeza visible de los empresarios que llevaron a la ruina a CCM con su inversión en el Aeropuerto de la provincia.

¡Un crack! Y un asesor de la mentira, me remito a lo que dijo hace un tiempo: “Quiero que la gente de aquí considere a nuestro club como patrimonio de Ciudad Real y de todos los que vivimos en ella; y en ningún momento me gustaría que por el hecho de poner dinero para mantenerlo, se considere que el club es de mi propiedad”. Lo dicho ¡Un grande!, que ahora ha decidido que se lleva el equipo a Madrid bajo el paraguas de Cerezo y cía..¡Otros grandes gestores!

Los problemas principales por los que el Sr. Domingo ha decidido ésto los enumero a continuación:

  1. Ya no le patrocina Renovalia: una empresa que está ubicada en Puertollano y que ha decidido que las cosas no están como para destinar más recursos al equipo de Balonmano. Y a colación de esto, como diría Trillo...¡Manda huevos que diera dinero al Ciudad Real y no a otro club de la ciudad minera!
  2. Las ayudas: hasta ahora la Junta de Comunidades daba subvenciones a las entidades deportivas de la región en función de su categoría. Pero con la entrada de Cospedal y la nueva política de recortes impuesta por su gabinete, parece que muchas de ellas se van a reducir o van a desaparecer. Aunque todavía está por ver.
  3. Los de Ciudad Real son pardos: tienen al mejor club de Balonmnano de Europa y no van a verlo. Los abonados se han ido reduciendo año a año, y tan solo llenaban el Quijote Arena cuando jugaban contra el Barça o alguna fase final. Y llamo la atención a Puertollano en este aspecto porque este año el fútbol sala va a jugar en División de Honor. Valoremos lo que tenemos y conservémoslo.

Al parecer, la sociedad creada por el presidente del club, lleva por nombre BM Neptuno, en referencia clara al Atlético de Madrid. A pesar de ello, parece que los colchoneros no van a poner dinero, sino que simplemente dejarían que los jugadores lucieran la elástica rojiblanca.

Un cambio, que evidentemente no ha sentado bien a la afición y que ha dejado sin palabras a los dirigentes políticos. Tanto es así, que la alcaldesa de Ciudad Real todavía no se ha pronunciado sobre el asunto (que me conste), máxime cuando el equipo de balonmano es el único patrimonio de la ciudad. ¿Deberían hacer más ante esta situación? No cabe duda, tanto por parte del Ayuntamiento, como por parte del Gobierno Regional. 

A día de hoy, el club se va con su artífice, al que hay que reconocer su empeño en que el BM Ciudad Real llegara a ser el mejor del mundo. Ahora que lo ha conseguido a base de dinero prestado, se larga a otro sitio donde buscar y poner el cazo. Amén.  

Destino



El cruce de caminos.
El no saberse perdido.
El encontrar una esperanza.
El saberse conocido.

El cruce de las vidas,
misterioso destino,
no sabe donde anda,
no le importa el olvido.
Acata pasos,
permite subyugar alientos,
recoge mandamientos del desatino y los hace divinos.

Añade al tiempo lo extraño y acierta a encontrar el futuro,
en un reguero de terminaciones, nervios y sentidos.
Reencuentro maldito de ciega añoranza,
se hace visible, se encuentra en Olimpo.

No puede creer que aquello suceda,
no puede creer que el pasado vuelva.
No lo puede saber,
por eso no lo encuentra.
Sólo el porvenir conoce en que minuto empieza la cuenta,
sólo la aguja elige el parón,
sólo suena el pájaro en el momento en que el milagro ocurrió.

Un cruce de caminos,
un no saberse perdido,
un encontrar una esperanza,
que finalmente nos trae el olvido.

Nos recuerda el pasado,
nos amaña el futuro,
nos da su bendición,
gracias a la casualidad del destino.  

domingo, 19 de junio de 2011

Relato para el Día del Español


El niño por fin podía levantarse tarde. Había terminado el curso con todo aprobado y ahora le tocaba disfrutar de horas y horas de pelota en la plaza. Hoy, era la primera mañana después de despedirse de Juan, Laura, Rocío, Miguel y José. Sus mejores amigos. Y sin embargo, no le embargaba la pena. Eran las 10 de la mañana y podía disfrutar del placer de ver los Pokemón. ¡Dichoso verano! Cuántas alegrías traía bajo el prisma de las vacaciones.

Llegó al salón y vio a su padre enfrascado en la lectura del periódico ¡Qué aburrido!, pensó el niño. Y se dirigió a encender la tele, mientras su madre le preparaba el Cola-Cao en una taza robótica que contaba con innumerables pajitas y molinillos dispuestos a asesinar los grumitos.

Pero hoy no había Pokemón. La televisión pública había decidido que era más importante hablar del día del Español ¡No puede ser!, refunfuño para sus adentros. Y en un arrebato de confianza ilimitada por encontrar a Ash, Pikachu y compañía, siguió cambiando de canal hasta confirmar sus sospechas. No había dibujos animados. Maldito Español. ¿Qué podía hacer ahora? Quizá jugar a la consola ¡Qué buena idea! ¿Por qué no se le habría ocurrido antes?

Volvió a su habitación y allí estaba su hermana, con el mando entre las manos jugando a los dichosos Sims. Juego despreciable ¡De mariquitas!, como decía su amigo Luis. Sin embargo, intentó lo imposible, quitarle el poder del joystick con amabilidad.

“Luisa, ¿Te importaría dejarme jugar un rato?”. “No”, contestó su querida y bella, pero despreciable y poco afable familiar. “Venga, déjame”, le volvió a insistir a la vez que tiraba del mando. Y cuando lo tenía casi en su poder, su madre se encargo de repartir justicia. “Deja a tu hermana”, sugirió a modo de amenaza.

Lo tenía claro, nada podía salir peor el primer día de vacaciones. El gobierno se había encargado de censurar los Pokemón y el niño ya pensaba en acampar en Sol como medida de protesta, su madre le había quitado la potestad de la consola y su padre seguía absorbido ante la atenta mirada de Rajoy y Zapatero.

Entonces, mientras deambulaba por la casa perpetrando futuros chantajes y rencillas con respecto a toda su familia, se encontró delante de la estantería de su padre. Allí había libros, pensó. Muchos libros, volvió a pensar. E inmediatamente después pensó definitivamente. Si alguien se ha leído todo esto, igual es divertido. “Pues vamos a probar”, se dijo a sí mismo. Cogió la silla, subió hasta el estante más alto y extrajo un pequeño relato de lo más profundo de la balda. Su nombre, Un pie que hablaba inglés...Quizá el mejor título para proclamar su odio hacia el Español. Ese idioma que le había robado su primer día después de terminar el colegio. Ese idioma que tras concederle su primera lectura lo abstrajo hasta el final de su existencia. Tanto es así, que actualmente, sigue estrenando libro cada 18 de Junio como símbolo del comienzo de sus vacaciones.

Feliz día del Español aunque con un día de retraso y feliz verano a todos.

viernes, 3 de junio de 2011

Una noche, varios recuerdos


Hace fresquito en la bella noche de Madrid...Es viernes y la ciudad sigue viva a pesar de que el reloj ya agotó las horas de sol. Mientras tanto, a contracorriente, y mirando como el Palacio Real luce a sus espaldas, Juan vuelve a su casa embriagado por la nostalgia de otro tiempo. Hoy no se atreve a ser feliz. No puede y no le sale de dentro. Sabe que el mundo es extraño, complejo y difícil. Incluso injusto. Sabe que pasó días peores, y que sus problemas en este preciso instante son insulsos e impropios. Sin embargo, no puede evitarlo, llega a su casa y se echa a llorar.

Siempre pensó que las lágrimas son el desahogo del alma y por qué no vaciarla. Por qué no dejar que el alma descanse por primera vez desde hace algunas semanas cuando la vida le devolvió la ilusión. Una ilusión, como todas, que pasa rápido y se apaga instantáneamente tras alguna decepción. Esa vela nítida y casi imperceptible que se lleva dentro del corazón y nos permite seguir viviendo.

Después de pensar un rato apoyado en su almohada, húmeda a causa de los lamentos. Juan se frotó los ojos y miró por la ventana, pero no había nadie. Sólo soledad. Únicamente el murmullo del silencio. Un acorde de locura sin sonido. Alguna farola ciega esperando una nueva pupila que le permita alumbrar el destello de la felicidad. Bendita palabra, como decía Ana María Matute ¿Por qué tenemos tanto miedo a esas nueve letras y tres sílabas?, ¿Por qué tenemos tanto miedo a la felicidad?

Entonces consultó el reloj, que marcaba las 2:00 de la madrugada. Se miró al espejo e intentó sonreír. Pero no pudo acabar con la tristeza. Esta semana le había ganado la batalla a la alegría. Se dio la vuelta, regresó a su habitación y encendió el reproductor de música antes de irse a dormir. Y como no podía ser de otra forma rememoró el título del último disco de Ismael Serrano, Acuérdate de vivir. 

Quizá ese sea el secreto, quizá la mayoría de las ocasiones no nos acordamos de eso, de vivir. Quizá era el momento para irse a la cama, quizá mañana el sol alumbre un nuevo porvenir y mate a la melancolía. Quizá merezca la pena pensar en aquellas personas que ríen eternamente intentando hacer feliz al otro a pesar de sus problemas. Quizá ésta sea la historia de una noche con el cielo fundido y el sentimiento apagado, pero es mi historia, la tuya y la de Juan. Es la historia de todos aquellos que después de ponerse el sol no podemos evitar echar unas lágrimas ante la soledad, mientras recordamos el pasado e intentamos despertar una llama en el futuro.

Buenas noches,