El otro día, cuando llegaba a mi casa,
un vecino me dio una papel fotocopiado que pertenecía a las cartas
al lector de algún periódico de tirada nacional. Tras dármelo me
dijo: “Es sobre la puta crisis ésta que nos ha tocado vivir sin
comerlo ni beberlo”. ¡Vaya!, pensé yo.
El caso es que al llegar a mi casa lo
leí y recibí una auténtica lección de economía. En modo de
ironía este señor, funcionario desde 1987, acaba haciéndote
reflexionar sobre lo que supone la austeridad. Os lo dejo aquí,
opinad vosotros mismos:
Soy funcionario público desde el año
1987. Calculo que desde el 2007 a la actualidad habré perdido más
de un 15% de poder adquisitivo entre la reducción del sueldo en un
5% y las posteriores congelaciones. No obstante, no voy a quejarme,
porque, como dicen muchos soy un privilegiado al tener un trabajo de
por vida. Lo dijo Artur Mas y lo mantiene el Gobierno del Partido
Popular. Hay que recortar, reajustar y racionalizar. Y eso es
precisamente lo que voy a hacer yo a partir de ahora. Voy a seguir
los consejos de nuestros gobernantes.
En primer lugar, y dado que uso
bastante poco el coche, voy a venderlo o darlo de baja: con ello voy
a ahorrar la gasolina de un año, el impuesto de circulación, el
seguro, las periódicas entradas y salidas del taller mecánico.
Siento mucho disminuir los ingresos de la Administración en
impuestos y todavía siento más no poder darle más trabajo al
mecánico del taller, pero ahora se impone la austeridad.
En segundo lugar, voy a bucear por mi
ciudad en busca de los negocios de toda la vida: el zapatero, la
costurera, la tienda de reparación de pequeños electrodomésticos,
etcétera. Siento mucho no comprarme más zapatos y perjudicar a la
señora que lleva la zapatería del barrio, pero creo que cuando los
zapatos estén demasiado gastados los llevaré a que me pongan suelas
nuevas. Se acabó eso de tirarlos a la basura, voy a aprovecharlos al
máximo. Intentaré comprar la menor ropa posible y utilizar la que
tengo para no gastar tanto y ser más austero, como el Gobierno.
Cuando lleguen las vacaciones,
procuraré ser más austero todavía y quedarme en casa leyendo
libros y viendo documentales, y engrandecer así mi cultura.
Para seguir con las medidas de estímulo
de mi economía, voy a llevarme el termo del café al trabajo. Eso no
significa que deje de tomarme mi media hora de descanso, sólo que no
iré al bar a tomarme el cortado de las mañanas. No creo que el
señor del bar ni el de las máquinas expendedoras noten nada por el
hecho de que un funcionario no vaya a tomar café o lo saque de la
máquina.
Creo que aunque lo del gimnasio va
bien, optaré por ir a dar un paseo de media horita todos los días
como aconsejan los médicos, y así ajustarme unos 40 euros al
mes.
Los fines de semana hemos decidido con
mi esposa, en lugar de ir a comer a algún restaurante, pasear y
cuidar la salud para no utilizar tanto los centros de salud, y con
ello tampoco pagaré tantas recetas con copago. Como puedo ir a
trabajar andando, aunque esté un poquito lejos, lo haremos y seremos
todavía más saludables.
He olvidado apuntar que como vendo o
doy de baja mi coche, tampoco me hará falta la plaza de parking que
pago todos los meses. El propietario se alegrará de poder alquilarla
a otra persona.
Bien, todo ese ahorro lo meteré en una
caja fuerte y lo dejaré reposar. Un banco es mal sitio para
depositarlo.
Hay que ser responsable y adopto las
medidas que nuestros gobernantes dicen que son necesarias para acabar
con el déficit y estimular la economía. Además, les diré a todos
mis compañeros funcionarios que hagan lo mismo: cuantos más seamos
los que nos ajustemos más crecerá este país, eso dice el señor
que estuvo en no sé que agencia de esas que dicen si las cosas van
bien o mal y que ahora es ministro de Economía.
Espero sinceramente poder ayudar a
todos desde mi privilegiada posición. Y que conste que no me quejo.
Jordi Giménez Cabrillana
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